En la venta de una vivienda intervienen dos partes, comprador y vendedor, ambos deben correr con algunos gastos. Es muy importante fijar muy bien el precio de la vivienda, teniendo en cuenta todos los gastos e impuestos para no llevarse sorpresas y malos ratos.
El comprador debe pagar impuestos entre 8 % y 12 %, dependiendo de la vivienda; quien la vende debe correr con los gastos de plusvalía de hacienda o Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que se debe declarar por la ganancia patrimonial de la venta. En dado caso que la venta sea menor a la compra anterior, no es necesario declarar.
Otro de los gastos es el Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana, muchos de los vendedores no conocen este impuesto y son notificados de su existencia el día de la firma en notaría. Este es un pago que se le hace al municipio o ayuntamiento correspondiente, fijado por medio del valor catastral de la vivienda y el número de años que tiene, este importe lo ponen los ayuntamientos, tenga plusvalía o no la transacción de dicha vivienda.
En ocasiones, al momento de vender una casa, esta aún tiene una hipoteca. Existen dos posibles opciones en estos casos: la cancelación anticipada del préstamo o subrogar la hipoteca, lo que quiere que el nuevo propietario asume esta deuda y generalmente exigirá una rebaja del precio fijado. Para ambas opciones se deben pagar comisiones que no pueden superar el 0.5%, por ley, del capital de la hipoteca y suele rondar los 1.000 euros. Estos se deben pagar en notaria y el pago le corresponde al vendedor.
Para que no te tome de improviso y puedas ponerle el valor real a tu inmueble, debes tomar en cuenta todos los gastos que esto conlleva, suelen ser en aproximado un total de 2.000- 5.000 euros, dependiendo del valor real de la vivienda. Tener en cuenta estos costos, además de un valor real de la vivienda, permitirá un precio más justo para ambas partes interesadas.
